En el mundo de las finanzas, se dice que no hay inversiones buenas o malas, sino inversionistas buenos
o malos. Esta frase destaca que un activo en sí mismo no es intrínsecamente bueno o malo; su
desempeño depende de las decisiones y acciones del inversionista, su tolerancia al riesgo y su reacción
ante resultados inesperados.
Durante momentos de estrés o temor por posibles pérdidas financieras, cada inversionista reacciona de
manera única, influenciado por sus pensamientos y emociones personales. La forma en que perciben
las pérdidas, las expectativas incumplidas o incluso la falta de ganancias está íntimamente ligada a sus
propias expectativas y emociones.
Antes de invertir, es crucial evaluar no solo la inversión en sí misma, sino también tener un plan de
acción para situaciones en las que nuestro análisis falle o las cosas no salgan como esperamos.
Considerar múltiples escenarios y tener respuestas preparadas antes de invertir permite tomar
decisiones objetivas, evitando ser influenciados por el momento emocional cuando las cosas van mal (o
muy bien).
Algunas de las preguntas clave que deben considerarse incluyen qué hacer si se pierde un porcentaje
determinado de dinero o si se obtiene más ganancias de lo esperado en un plazo determinado. Estas
simples preguntas pueden guiar el plan de acción en caso de que el plan original falle, lo que conduce a
un análisis más objetivo y un mejor desempeño financiero.
Estadísticamente, aquellos que tienen un plan de acción integral obtienen mejores resultados
financieros, experimentan menos estrés y dedican menos tiempo al seguimiento constante de sus
inversiones.
El estrés en las inversiones a menudo proviene de la incertidumbre sobre lo que sucederá,
especialmente cuando las cosas van mal según las expectativas iniciales. Es importante entender que
tanto ganar más de lo esperado como menos de lo esperado pueden indicar variables no consideradas
en el análisis inicial, lo cual puede influir positiva o negativamente en los resultados financieros.
El momento del mercado y la gestión emocional son cruciales para tomar decisiones acertadas. Es
común ver inversores vender acciones justo antes de que suban, influenciados por sus emociones,
incluso cuando su análisis inicial sugería mantener las acciones por más tiempo.
Aunque se recomienda monitorear las inversiones regularmente, es aconsejable revisar las carteras en
pesos cada menos de 90 días y en dólares cada menos de 180 días para evitar el estrés generado por
las fluctuaciones diarias del mercado y centrarse en los resultados a largo plazo.
Las inversiones no generan rendimientos lineales; los movimientos del mercado pueden ser
impredecibles y es difícil evitar las fluctuaciones. Warren Buffett, uno de los inversores más exitosos, ha
experimentado grandes caídas en el mercado sin vender sus acciones, lo que demuestra la importancia
de mantener la calma y la perspectiva a largo plazo en las inversiones.
En resumen, la psicología juega un papel clave en las finanzas, y es esencial mantener la objetividad
para lograr un mejor rendimiento, reducir el estrés y evitar pérdidas financieras significativas.”