El miércoles, la depreciación del peso argentino se aceleró debido a la falta de activos rentables que puedan hacer frente a la inflación desenfrenada del país y a la fortaleza global del dólar, respaldada por las expectativas de tasas estables a corto plazo en Estados Unidos.

Esta tendencia también amplió las brechas cambiarias en diferentes mercados, alcanzando mínimos históricos y complicando las operaciones en medio de un complejo cepo cambiario que restringe el acceso libre a divisas.

La reciente autorización del Banco Central para la compra importadora de divisas también jugó en contra. La entidad permitió la liquidación del título de deuda ‘Bopreal’ en el denominado dólar cable, que se acredita en una cuenta en el extranjero para cumplir con obligaciones financieras.

Los analistas consideran que la devaluación controlada (crawling peg) del BCRA no es coherente con la alta inflación mensual que afecta al país, a pesar de una proyectada desaceleración en el futuro cercano.

En Argentina, con una inflación mensual del 25%, tasas del 9% y bonos con tasas reales negativas, es evidente que la moneda que gana terreno es el dólar.

La tercera economía más grande de Latinoamérica registró un aumento inflacionario del 25,5% en diciembre y un impresionante incremento del 211,4% durante el 2023. En el mismo período, el peso se depreció un 55,4% el mes pasado y un 78,1% durante el año anterior.

El Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) aumentó un 54% en el último mes y un 276,4% en todo el año 2023.

Mientras tanto, los bonos soberanos extrabursátiles cayeron un 1% en promedio debido a la toma de utilidades, con un aumento del riesgo país a alrededor de 1.947 puntos básicos. En contraste, el índice bursátil S&P Merval subió un 6,28% debido a las coberturas de inversores frente a la difícil coyuntura de los mercados.