EXPERTOS EN EXCUSAS

27 febrero, 2023

El hábito de poner excusas se inicia en la infancia. Ya en la escuela podemos encontrarnos con más de un niño o una niña capaz de dar curiosos pretextos para justificar por qué no ha hecho los deberes. En casa, también son ágiles y ocurrentes cuando se les llama la atención por descuidar sus tareas, por evitar responsabilidades, por cargar sobre otras culpas que son propias. Nadie les confronta y poco a poco, hacen de la excusa su modo de supervivencia.

Casi sin darse cuenta, se transforman en artesanos de la mentira, en grandes procrastinadores, de los que dejan para el año que viene lo que debían haber hecho ayer. En su pequeño universo todo tiene su justificación y si el resto no las entiende, no dudan en recurrir al enfado y al reproche, al «es que no confías en mí», «es que nunca me crees».

Ahora bien, es necesario comprender un pequeño aspecto de quien está doctorado en el arte de poner excusas: no son personas felices. No son ni mucho menos, perfiles que se sientan bien consigo mismos. Quien recurre al pretexto lo hace cuando se siente amenazado, cuando se pone en tela de juicio su competencia, cuando sale a la luz su error, su descuido, su comportamiento errático. La excusa es un mecanismo de defensa, un resorte que sirve de escudo para encubrir debilidades e incoherencias.

Las excusas arrinconan al cerebro en el sótano del miedo. Así, quien recurre a ellas casi para cada circunstancia está limitando su crecimiento, la responsabilidad con su vida y su propio potencial humano. Porque el hábito de las excusas es como un virus que enferma a la persona poniendo cadenas al cambio, a la obligación de ocuparse de sí misma de forma madura.

ASPECTOS PARA DESACTIVAR EXCUSAS

Como ya hemos podido entrever, las raíces del mal arte de poner excusas se hunden a menudo en el corazón del miedo o en la inseguridad de quien recurre al pretexto para salvaguardar su ego o su cómoda posición en la zona de confort. En ocasiones, claro está, una excusa no es más que una mentira, una estrategia ruin con la que esconder ciertas realidades.

Sea como sea, e incluso si somos nosotros mismos quienes recurrimos a veces a las excusas para no hacer los cambios que deberíamos, es adecuado tener en cuenta ciertas claves. Reflexionar en los siguientes puntos pueden ser de ayuda en este tipo de situaciones.

  • Cada vez que detectemos que alguien nos dé una excusa es importante no dejarla pasar. Lo más recomendable es confrontar, obligar a quien tenemos delante a que sea sincero, en especial consigo mismo.
  • Hay que evidenciar de forma respetuosa que una excusa es una mentira, pero una mentira que la persona se dice a sí misma —> no he ido a esa entrevista porque he perdido el metro—>No he ido a esa entrevista porque no sabría como manejar un nuevo rechazo.
  • Si las excusas son tus salvavidas, lánzate y aprende a nadar. Son muchas las personas que recurren a las justificaciones más imaginativas para no afrontar aquello que les da miedo y que postergan. Si alguien quiere ser respetado y sobre todo, sentirse bien consigo mismo, debe dejar a un lado las excusas y simplemente, actuar, afrontar, resolver, transformar…

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