La empresa Aluar Aluminio Argentino, principal productora de aluminio primario del país y uno de los actores industriales más relevantes de la Patagonia, anunció un proyecto de alto impacto estratégico: la construcción de una planta desalinizadora de agua de mar en su complejo industrial de Puerto Madryn, provincia de Chubut. La iniciativa apunta a garantizar una fuente alternativa y sostenible de agua para sus procesos productivos, reduciendo de forma estructural la dependencia del sistema hídrico continental y, en particular, de la cuenca del río Chubut, un recurso cada vez más exigido en la región.
La decisión se inscribe en un contexto global donde el acceso al agua se vuelve un factor crítico para la continuidad operativa de las grandes industrias. En ese marco, Aluar busca anticiparse a posibles restricciones futuras y consolidar un modelo de producción más resiliente, alineado con estándares ambientales internacionales y con las demandas crecientes de eficiencia y responsabilidad social empresaria. La planta utilizará tecnología de ósmosis inversa, uno de los métodos más extendidos y confiables a nivel mundial para la desalinización de agua de mar, que permite obtener agua de calidad mediante la separación de sales y otras impurezas a través de membranas semipermeables sometidas a presión.
Este tipo de tecnología ya es utilizada en países con fuerte estrés hídrico o con industrias intensivas en consumo de agua, como Chile, Israel o algunas regiones de Australia. Su incorporación en Puerto Madryn representa un salto cualitativo en materia de infraestructura hídrica industrial en Argentina, particularmente en la Patagonia, donde la disponibilidad de agua dulce es un condicionante estructural para el desarrollo económico de largo plazo. Para Aluar, contar con una fuente propia de agua desalada no solo implica mayor previsibilidad operativa, sino también una reducción directa del impacto ambiental asociado al uso de recursos hídricos continentales.
Un aspecto central del proyecto es el enfoque ambiental con el que fue concebido. Desde la etapa de diseño, la compañía trabaja en conjunto con el CONICET a través del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), que aporta estudios científicos sobre el ecosistema marino y costero del Golfo Nuevo. Estos análisis permiten evaluar con precisión las condiciones del entorno, los posibles efectos de la captación de agua de mar y la disposición de salmueras, con el objetivo de minimizar cualquier impacto negativo sobre la biodiversidad local. La participación de organismos científicos refuerza la legitimidad técnica del proyecto y subraya la intención de Aluar de integrar producción industrial con cuidado ambiental.
La ingeniería y ejecución de la obra estarán a cargo de INFA, la empresa constructora e ingeniera del Grupo Aluar, lo que garantiza control integral del proyecto y alineación con los estándares técnicos de la compañía. Según los plazos estimados, la planta podría comenzar a operar a mediados de 2026, convirtiéndose en una de las primeras instalaciones de este tipo destinadas a abastecer una gran planta industrial en el país. Si bien aún no se difundieron cifras definitivas sobre la capacidad de producción de agua, se espera que cubra una porción relevante de las necesidades del complejo, liberando presión sobre las fuentes tradicionales de agua dulce.
Este proyecto se suma a una estrategia más amplia de inversiones que Aluar viene desarrollando en los últimos años, especialmente en materia energética y de sustentabilidad. La compañía ha impulsado la expansión de su parque eólico en Chubut para abastecer parte de su demanda eléctrica con fuentes renovables, reduciendo la huella de carbono de un proceso productivo que es intensivo en consumo de energía. En conjunto, estas iniciativas configuran un modelo de integración vertical donde la empresa no solo produce aluminio, sino que gestiona de manera activa los insumos críticos para su operación: energía y agua.
Desde una perspectiva regional, la planta desalinizadora también tiene implicancias positivas para Puerto Madryn y su zona de influencia. Al disminuir la extracción de agua dulce para uso industrial, se contribuye indirectamente a preservar la disponibilidad del recurso para consumo humano y otros usos productivos, en una provincia donde la planificación hídrica es un tema central. En ese sentido, el proyecto de Aluar puede leerse como un caso testigo de cómo la inversión privada, cuando está bien orientada, puede complementar los objetivos de desarrollo sostenible a nivel local.
En términos estratégicos, la desalinización no solo es una solución técnica, sino una señal clara al mercado. Aluar muestra capacidad de anticipación, compromiso con el largo plazo y adaptación a un entorno donde los factores ambientales pesan cada vez más en la evaluación de empresas industriales, tanto por parte de reguladores como de inversores. En un contexto global donde la competitividad está cada vez más asociada a la sustentabilidad, este tipo de decisiones fortalecen el posicionamiento de la compañía dentro y fuera de Argentina.
En definitiva, la construcción de una planta desalinizadora en Puerto Madryn marca un nuevo hito en la historia de Aluar. No se trata únicamente de una obra de infraestructura, sino de una apuesta estratégica que combina innovación tecnológica, responsabilidad ambiental y visión de largo plazo. Si los plazos se cumplen y el proyecto se desarrolla según lo previsto, la iniciativa no solo asegurará agua para la producción de aluminio, sino que también sentará un precedente para otras industrias que enfrentan desafíos similares en materia de recursos naturales.





