Mi reflexión sobre el dinero del día de la fecha es la siguiente:
Hay gente que finge no tener. Disfrazan la humildad con la carencia. Quieren parecer necesitados o igual a cualquier mortal. 

Siendo bastante joven conversaba con un empresario cuya facturación anual – según publicó la prensa local especializada – superaba los cien millones de dólares.  El tipo había montado su negocio en el rubro de la diversión y los espectáculos. Por aquellos días yo apenas empezaba a bordear la cifra de seis ceros. Mientras conversábamos me dijo: “yo soy pobre.”  Inmediatamente pensé: “Si este señor manejando más de cien millones dice que es pobre: ¿Entonces yo soy de extrema pobreza?” Claramente, nuestras percepciones eran distintas. 

Al punto: Al final, esto de emprender no debe ser para simplemente hacer dinero, sino para vivir el estilo de vida que siempre hemos querido. El señor del que le hablé tuvo denuncias de lo más tontas: explotación laboral, despidos arbitrarios. Tenía fama de empresario carroñero: su filosofía era  quedarse con la mejor parte del pequeño pastel, cuando la fórmula ganadora consiste en hacer un pastel más grande. 

Usted se tiene que refinar: tiene que cultivarse a sí mismo. Pasar de ser un secuestrador de dinero, a convertirse en un verdadero ganador. Pasar de la escasez a la abundancia. Les Brown lo resumió muy bien: “Sal de la carrera de las ratas antes de convertirte en una rata.”  Claramente, más que hacer una empresa, es hacer una nueva vida.

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