El “Rally Navideño”: por qué diciembre suele traer alegría a las acciones y los bonos

9 diciembre, 2025

El “rally navideño” es uno de esos conceptos que cada diciembre vuelve a aparecer en las conversaciones de los inversores, tanto en Wall Street como en la City porteña. Se trata de un fenómeno estacional que describe algo muy simple: durante las últimas semanas de diciembre y los primeros días de enero, las acciones —y muchas veces también los bonos— tienden a subir más que en otros momentos del año. No es magia, no es un mito sin fundamentos y tampoco es una garantía matemática, pero sí es un comportamiento que se repite lo suficiente como para ser observado, estudiado y aprovechado.

Históricamente, el período más típico del rally abarca los últimos cinco días hábiles de diciembre y los primeros dos de enero. Ese tramo tiene, en promedio, mejores rendimientos que el resto del año. ¿Por qué sucede? Principalmente porque en diciembre se combinan varios factores. En primer lugar, baja el volumen: muchos fondos ya cerraron su ejercicio financiero, ajustaron carteras, limpiaron balances y dejan el mercado operar prácticamente solo. Con menos oferta y menos vendedores activos, cualquier entrada de capital, por pequeña que sea, puede empujar los precios al alza. Además, diciembre suele ser un mes psicológicamente positivo: suben los datos de consumo, las empresas proyectan resultados, los gobiernos suelen reducir anuncios conflictivos y el mercado se queda en una especie de “piloto automático” donde la inercia alcista puede dominar.

En los mercados internacionales el fenómeno está muy documentado.
En Estados Unidos, por ejemplo, el S&P 500 acumula décadas donde el rendimiento promedio del período navideño supera ampliamente al del resto del año. Lo mismo ocurrió en Japón con el Nikkei, donde diciembre está entre los mejores meses cuando se mira el histórico completo. Pero la pregunta clave es: ¿qué pasa en Argentina? Y la respuesta es que sí, el rally navideño también existe, aunque con particularidades locales. Nuestro mercado está mucho más influenciado por la política económica, la inflación, la demanda de pesos de fin de año, los flujos del agro, las necesidades del Tesoro y los movimientos del BCRA. Cada diciembre conviven factores como el aguinaldo, las liquidaciones de trigo y cebada, la entrada de dólares por emisiones corporativas y la necesidad del gobierno de cerrar el año financiero sin sobresaltos. Cuando el contexto no está en crisis o cuando el mercado anticipa un año siguiente mejor, las subas de acciones y bonos argentinos pueden ser muy marcadas.

Los ejemplos sobran. En varios años recientes, los bonos soberanos en dólares —tanto los Globales como los Bonares— registraron fuertes recuperaciones en diciembre impulsadas por recompras del Tesoro, mejoras en el riesgo país proyectado o expectativas de avances con organismos internacionales. Lo mismo ocurrió con acciones del panel líder como YPF, Pampa Energía, Vista, Galicia o Banco Macro, que mostraron subas significativas por el rebalanceo de fondos, el posicionamiento de cara a un nuevo año político o la mejora en balances trimestrales. Todo esto no garantiza que todos los diciembres sean alcistas, pero sí muestra que el patrón aparece de manera recurrente cuando los flujos acompañan.

Entonces, ¿conviene “apostar” al rally navideño? La respuesta es que no es una apuesta, sino un comportamiento estacional que conviene entender para leer mejor la dinámica del mercado. No siempre se da, y cuando hay ruido político, crisis cambiaria o eventos macro sorpresivos, el rally puede diluirse o incluso invertirse. Pero cuando los factores se alinean —como baja de volumen, expectativas positivas, cierre de carteras institucionales y calma macro relativa— diciembre puede transformarse en una ventana particularmente favorable para los activos financieros.

Para evaluar si un rally navideño puede darse en Argentina, los inversores suelen mirar varios indicadores: las licitaciones de fin de año del Tesoro, la estrategia del BCRA en tasas y reservas, los flujos del agro, las expectativas inflacionarias, el comportamiento del dólar financiero, la entrada o salida de fondos extranjeros, y el volumen operado en bonos globales. Cuando muchos de estos elementos se alinean, el mercado suele adelantarse y subir antes de que termine el año.

En definitiva, el rally navideño importa porque refleja que los mercados también tienen estacionalidad. Diciembre es un mes donde las probabilidades tienden a ser más favorables y donde el flujo domina. No es suerte: es comportamiento repetido. Y para el inversor argentino, entenderlo no implica actuar impulsivamente, sino aprovechar mejor la lógica del mercado para optimizar la entrada, la gestión del riesgo y las expectativas de corto plazo. Diciembre no garantiza ganancias, pero cuando todo se acomoda, parece que el mercado también recibe su propio regalo navideño: un empujón final que cierra el año con una nota alcista.

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