A un mes del estreno del nuevo régimen cambiario —durante el cual el Banco Central (BCRA) no intervino para comprar divisas— el Gobierno de Javier Milei busca cómo cubrir el bache de u$s 5.000 millones que exige la primera revisión con el FMI en junio y, además, afrontar vencimientos con bonistas por unos u$s 4.300 millones en julio. En ese contexto, el equipo económico evalúa lanzar un bono denominado en pesos pero suscripto en dólares, conocido como “peso-linked”, que permitiría engrosar las reservas sin emitir más moneda local.
La idea, deslizada por el director del BCRA y asesor de Economía Federico Furiase, contempla un monto inicial cercano a u$s 1.000 millones. El Tesoro recibiría dólares frescos —que podrían quedar depositados en el BCRA o venderse a la autoridad monetaria— y pagaría el bono en la misma divisa, al tipo de cambio oficial vigente al momento de la colocación. Consultoras como Outlier destacan que el ingreso contabilizaría como reservas netas, un objetivo clave para reducir el riesgo país y facilitar el retorno de Argentina a los mercados de capitales.
Por qué seduce a los inversores
- Carry trade sin restricciones: al pagar cupones y capital en dólares, los extranjeros evitarían quedar atrapados con pesos, sorteando el período mínimo de permanencia que hoy rige para otros instrumentos.
- Apuesta a la estabilidad cambiaria: a diferencia de los bonos dollar-linked, el “peso-linked” implica confiar en que el tipo de cambio oficial no se disparará; por eso resulta atractivo si el Gobierno logra llevar el dólar al piso de la banda (actualmente cerca de $ 990) y contener la inflación.
Beneficios potenciales para el Gobierno
- Sumar divisas sin usar reservas ni imprimir pesos, evitando tensiones sobre la tasa de interés en moneda local.
- Presionar a la baja el tipo de cambio financiero —el BCRA ya intervino con fuerza en futuros para ese objetivo— y, con ello, contener la inflación.
- Bajar el riesgo país: desde la salida parcial del cepo, el índice cayó de 874 a 678 puntos; una colocación exitosa podría acelerar la compresión hacia la zona de 500-600 puntos, según estimaciones privadas.
Riesgos sobre la mesa
- Demanda futura de dólares: si en seis meses la macroeconomía no mejora, el vencimiento del bono podría reactivar la presión sobre el mercado cambiario.
- Timing electoral: analistas advierten que, si los pagos caen después de 2027, la demanda podría ser menor por el riesgo político.
- Experiencias pasadas: algunos operadores recuerdan el esquema de Lebacs 2016-2017, que terminó en salida masiva de divisas cuando se desarmó la posición.
Mirada de mercado
Economistas como Fernando Baer (Quantum Finanzas) o Pedro Siaba Serrate (PPI) ven la estrategia como “financieramente ingeniosa” y “factible” para cumplir metas de reservas, mientras que consultores como Maximiliano Ramírez alertan que hará falta mucho más que un bono para que el riesgo país baje de forma sostenida. La clave será mantener el ancla fiscal y avanzar en reformas estructurales (previsional y tributaria) para atraer capitales duraderos.
En síntesis, el bono “peso-linked” se perfila como la pieza central de una doble apuesta oficial: captar dólares sin sacrificar estabilidad monetaria y enviar una señal de disciplina que refuerce la descompresión del riesgo soberano. Su éxito —y sus riesgos— dependerán de cuánto confíe el mercado en la capacidad del Gobierno para sostener el programa económico y blindar el tipo de cambio en los meses venideros.